miércoles, 17 de noviembre de 2010

DESHAUCIO...






"el sueño de un mal día..."


DAS # 43


El trago de vino se le hizo amargo.


Dejándose caer un hilo rojo sobre su ya barba cana, apenas atinó a pasarse su roñosa mano por los labios para limpiar el resto. La mirada perdida de unos ojos azules, se encontraba con los recuerdos de un pasado no lejano con reflejos de bienestar.

Su piel, ennegrecida por el sol de la intemperie, mostraba como un mapa la vida pasada, ahora ahumada por un cigarrillo que prende, ansioso, saboreando cada calada como si de un manjar se tratara.Su fortaleza se reduce ahora a apenas un castillo de carton, de variados colores, merced de lo que iba encontrando por las calles,ésas por donde tantas y tantas veces paseó su elegancia y caché, siempre acompañado por alguna dama de la burguesía.

Es noviembre y el sol apenas templa sus vestiduras raídas. De una triste y apagada luz, fria, se alimenta el calor de su cuerpo, acurrucado junto al can, compañia silenciosa, noble, que comparte su vida nómada, hoy asentada en el mejor sitio y más soleado del parque.

De fondo se puede oír el jolgorio de unos chicos que están de recreo, es la hora de ello. Los portazos de un furgón de reparto del cual se baja un joven de aspecto campechano que por unos momentos fija su mirada en él para, a continuación, y con gesto de lástima, proseguir su descarga. Nada comestible para él, por cierto.
Está a gusto. El calor del vino y lo poco que calienta el sol a través de las ramas de los árboles de éste gélido día de noviembre, le invita a cerrar los ojos. Mientras, sigue escuchando los sonidos de la ciudad.

Por la acera, se escucha el tapeteo de unos tacones de mujer. De una treintena de años. De corte delgado y grácil, que se acerca a él. Puede oler su perfume. Se sonríe mientras lo hace... Se imagina la candida cara de ella, escoltada por una melena lisa de color castaño, labios finos pero carnosos,piel tersa, suave, apenas marcada con maquillaje. El sonido de los tacones se detiene justo delante de él, que sorprendido por la sombra de ella, abre los ojos mientras se incorpora.

El sol ciega su vista, que intenta discernir el rostro de ella, que, a la vez que se pasa las gafas de sol a la cabeza...

--Alejandro... -le dice con voz sensual, casi imperceptible-

--MMMMMmmm...si...dime -contesta él desperezándose entre sábanas de raso-

--Vamos ,amor...llegamos tarde, ve a la ducha mientras digo a Jenny que prepare tu traje.

--Bueno...qué hora es? -pregunta entre besuqueos de ella-

--Tarde, Alex,tarde...vamos a llegar los últimos a la recepción. -replica ella-

La suite mostraba señales de que ésa noche, había sido intensa. Lucía se sumergió en el eco sordo de la mansión bajando las escaleras... mientras Alex, desnudo, encendía un pitillo frente al mirador del jardín, saboreando cada calada como si de un manjar se tratara...

david a. sac,  2010