El marino mata al ave de buen agüero, y los demás recriminan su acción. Pero cuando la niebla levanta, le justifican, haciéndose cómplices del crimen.
Navegando y navegando, al norte , cruzando el mar. Navegando y navegando, al norte, hasta que todo esté en calma.
El albatros, comienza su venganza. Les cae la terrible maldición de la sed. Los demás culpan al marino de esa suerte, y le cuelgan el ave muerta al cuello.
Pero la maldición sigue y sigue en el mar. La maldición sigue y sigue para ellos y para mí...
"Día tras día...día tras día, nos quedamos quietos, casi sin respirar. Tan quietos como la imagen de un barco sobre el mar pintado. Agua...y más agua por doquier, y las tablas empiezan a menguar. De agua...y más agua rodeados, pero ni una gota para beber."
"¡¡Vean!!" - Grita el marino,
"¡ahí se acerca un navío!"... ...pero, ¿cómo puede navegar, sin viento en sus velas ni corriente en el mar?
"¡¡Vean!!...cómo se acerca!,
parece haber salido del sol... ¡¡Vean!!...¡no tiene tripulación! No hay vida en él...pero...¡ahí viene otro!"
La muerte y la mujer de la vida en muerte... se rifan la tripulación. La mujer gana el marino, que ahora le pertenece. Entonces, toda la tripulación, uno a uno caen muertos...doscientos hombres... Y ella, la mujer de la vida en muerte, deja vivir a su escogido.
"Uno tras otro, a la luz de la luna rodeada de estrellas, sin tiempo para gemidos o suspiros, van cayendo con mirada de espanto... ...y me maldicen con sus miradas... Cuatro veces, cincuenta hombres, sin oírse gemido ni suspiro alguno, con el fuerte golpe de un bulto sin vida, cayeron uno a uno."
La maldición vive en su mirada. El marino desearía haber muerto, junto a las criaturas del mar, pero ellas siguieron viviendo, y también él.
Y a la luz de la luna reza por su belleza sin rencor, y con el corazón bendice a todas las criaturas de Dios.
Y el hechizo se empieza a romper... ...el albatros cae de su cuello y se hunde como un plomo en el mar. Y comienza a llover...
Escucha los gemidos de los marinos muertos. Míralos moverse al levantarse. Espíritus buenos que mueven sus cuerpos, ninguno habla ni tienen vida en sus miradas.
Pero la venganza no acaba...
...y la penitencia se inicia de nuevo... Entramos en un trance, y la pesadilla continúa...
Al fin, la maldición termina, y el marino puede volver a su hogar. Los espíritus abandonan los cuerpos forman su propia luz. Y el marino se queda sólo.
Y un bote viene navegando hacia él. No podía creer su alegría. El bote, el piloto, su hijo y el ermitaño. La penitencia de por vida había caído sobre él.
Y la nave se hunde como un plomo en el mar. Y el ermitaño le absuelve de todos sus pecados...
El marino debe contar su historia, contar su relato donde quiera que vaya. Enseñar la palabra de Dios con su propio ejemplo: que debemos amar todo lo que Él ha creado.
Y el invitado de la boda ahora está triste, pero más sabio.
Y el relato continúa...
(Samuel Taylor Colleridge,1772-1834) (+ info: Wikipedia)
david a. sac, diciembre 2010
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