lunes, 23 de mayo de 2011

JUEGOS DE GUERRA










Basado en un hecho real...


DAS # 43








El despertador sonó infalible a la hora programada. Sobrado de tiempo, Dani se desperezó recorriendo la casa desnudo para llegar a la cocina y en un gesto de resignación, abrir el frigorífico para sacar una botella de leche. Repasaba mentalmente los pasos a seguir mientras pegaba un trago largo a la botella, imaginando cada paso a seguir en la operación, pensando en qué haría si algo fallaba... pero era absurdo. La suerte estaba echada.
Evitando ser presa de los nervios, volvió al dormitorio para apurar unos minutos de descanso. Los justos hasta que Javi apareció escrito en la pantalla de su celular.

Ávido, estiró el brazo sobre la mesilla para alcanzar el teléfono, y, tras pulsar el botón de respuesta, una voz somnolienta desde el otro lado, pausada, repitió por dos veces su nombre:
_...Dani...Dani...
_ Estoy listo -contestó sin más argumento-
_ En quince paso a por tí -replicó Javi-
_ OK.

Mientras se despabilaba en la ducha, Dani se segía preguntando si debía hacer el trabajo, no obstante es el que más tenía que perder; de nuevo, la incógnita retumbaba en su cabeza, amparándose en que se temía que no iba a ser capaz, dando la operacíon por concluida minutos antes de empezarla.
Puntual, como si fuera anglosajón, Javi hizo una llamada perdida a Dani para que bajara del domicilio. Al montar en el coche, ambos se sonrieron, como a sabiendas de la locura que iban a perpetrar...
Dani pidió que parara en una cafetería para tomar un café, a lo que Javi accedió, convenido en la excusa de repasar una vez más el plan, plan que Dani ya tenía memorizado y que, a pesar de que iba a ser el ejecutor del mismo, apenas mostraba nerviosismo. Todo lo contrario que Javi, cerebro en primera instancia de la operación y que no podría estar en ella.
Repasaron el plan con poco interés de Dani, que ya sólo quería llegar a lugar y que Javi continuara con su parte, que era simplemente, no estar.
En el trayecto, sopesaron las posibilidades de éxito, dándose por satisfechos si Dani conseguía acceder al edificio en cuestión.

Tras unos minutos recorriendo la autopista central de la ciudad, ambos detuvieron los coches en una apartado cruce cercano al edificio, concretando que se verían al término de la operación en un bar cerca de casa de Dani. Javi, entregando el material y dando las últimas instrucciones, no podía ocultar sus nervios. Entregó a Dani un teléfono de última generación, con el que estaría comunicado durante toda la operación con María, que sería la persona que prestaría el apoyo desde casa.También un micrófono de alta sensibilidad que colocó en el cuello de Dani, así como un micro-auricular que debería colocarse momentos antes de subir al edificio. Por último, la tarjeta de identificación de Javi, que, en definitiva, era el mayor de los problemas, ya que poco se parecían entre ellos.
Deseando suerte, Javi se dirigió a su coche para reanudar la marcha. Dani, convencido de que apenas sería capaz de llegar al control, respiró hondo e hizo lo mismo, dirigiéndose hacia la calle que da acceso al edificio.

Había unas doscientas personas. Los accesos al instituto estaban colapsados. Así que para relajar los pocos nervios, Dani encendió la radio mientras avanzaba lento hacia los garajes. Una vez aparcó el vehículo y sin salir de él, se colocó el micro-auricular en la oreja, aprovechando la intimidad que brindaba la oscuridad del aparcamiento. Encendió el micrófono y comprobó la conexión bluetooth del teléfono.Todo OK. Así pues, marcó el número de María, para terminar de comprobar que todo iba bien.
Tras un par de tonos, la voz de María sonó baja, pero muy cerca. Tan cerca como si ella estuviera dentro de su tímpano, y tras un brevísimo pero eterno silencio, María habló:

_ ¿Estás dentro ya, Dani?
_ No. Esta es una prueba -contestó él-

Y sin mediar ninguna palabra más, finalizó la llamada.

Se dirigió escaleras arriba del aparcamiento a salir a la calle. Estaba llena de gente, con pequeños maletines, carpetas, repasando apuntes de última hora. Las miradas se cruzaban nerviosas, pero Dani, apenas podía disimular una sonrisa que se le esbozaba, pensando en lo que iba a hacer. Desde luego, no parecía que fuera a superar una prueba en la que la gente estudia durante meses, abonando grandes cantidades de dinero en academias para recibir formación. Y Dani, ahí. Sin maletín, carpetas ni apuntes. Sólo un bolígrafo y un portaminas pinzados en el bolsillo de la camisa, y las manos ocupadas con un paquete de tabaco y el celular.

Se acercó a una de las tres puertas que daba acceso al edificio, donde por orden alfabético, iban nombrando a los examinados. Costaba entender los nombrados, ya que el grupo de gente rodeaba la entrada. A duras penas, entendió "García", y rompiendo el hielo con una chica que tenía al lado, en voz baja la preguntó si en cada puerta se nombraba por iniciales, a lo que la chica, mordisqueando un bolígrafo contestó afirmativamente, añadiendo que en ésa puerta, llamarían hasta la "L". Así que Dani, regalándole una sonrisa, dio las gracias y deseó suerte, para dirigirse a la segunda puerta, en la que apenas se detuvo, pues examinó una lista de inscritos que había pegada en el cristal, y el nombre de Javi no estaba...Así que sólo quedaba una. La definitiva. Y a ella se dirigió.
Quedaban a penas seis personas por llamar, y por los apellidos que decía la chica que los nombraba, el de Javi ya había pasado. Así que esperó a que finalizara y, al ver la chica que quedaban personas por llamar, preguntó:

_ A vosotros, ¿no os he nombrado?
_ No lo sé, creo que sí, -contestó Dani- pero estaba en el otro grupo...
_ Dime tu nombre y apellidos. -preguntó la celadora mientras hojeaba la lista_
_ Javier, Javier Rodrígez Ortega -contestó Dani a la vez que oteaba la lista.
_ Javier Rodríguez Ortega...sí. Prepara el documento de identificación, pasa por ésa puerta a la derecha, y lo entregas en el control. -sentenció la celadora-.

En el instante en que Dani dijo el nombre, se percató de que un hombre tras la celadora le miraba fijamente. Dani no daba crédito a lo que veía, nada más y nada menos que a un conocido propio, pero amigo de Javi, en definitiva, un amigo en común, pero que no guardaba de su total confianza. Y había sido testigo de la situación.
Acercándose a él, el hombre le preguntó:

__ Hombre...¿qué tal?... Tú también te presentas?
A lo que Dani, sin reparar en detenerse para evitar cualquier tipo de pregunta indiscreta, le contestó:
__Hola!... Sí, me presento para el título...Ya nos vemos luego...

Y desapareció por la puerta de acceso al edificio, mientras echaba mano al bolsillo trasero de su vaquero para sacar la cartera. No salía de su asombro. No podía creer que ése hombre estuviera allí, siendo testigo de la suplantación de identidad que hacía Dani, precisamente con un amigo al que conocía...

Dani obvió el hecho y se dirigió hacia una mesa donde había dos controladores. La fila de espera era corta, pero lo suficiente para observar como funcionaba el registro de entrada. Y aparentemente, no había problema. El primer hombre cogía el documento de identificación y leía el nombre del titular en voz alta, sin mirar si quiera la foto, y acto seguido, el siguiente, repetía el nombre al a vez que lo buscaba en una lista para comprobar y dar por inscrito al examinado. Tan sólo un momento de tensión cuando el segundo no entendió bien el segundo apellido del titular del documento y Dani se vio obligado a "cantárselo" para evitar que se fijaran en el carnet. El segundo controlador, a la vez que tachaba su nombre de la lista, entregaba a Dani el carnet, con lo que prácticamente, lo peor había pasado, dirigiéndose a él le dijo:

__ Primera planta, puerta tres.
__ Gracias!- contestó Dani muy amablemente dibujando una sonrisa tan grande como falsa.

Estaba dentro. Se dirigió a las escaleras y mientras subía, sacó un iPhone del bolsillo de la camisa, marcó el número de María y devolvió el teléfono al bolsillo. A partir de ahora era todo una incógnita. No sabía si podría comunicarse bien con María, si los compañeros de examen estarían cerca...o más separados...si podría susurrar, como estaba planeado, las preguntas a María y que ésta le entendiera... Si funcionaría todo como estaba previsto o...habría algún imprevisto. Y Dani, para sus adentros, mientras entraba en un enorme aula, pensaba que el mayor imprevisto estaba sucediendo. El imprevisto, precisamente, era que había conseguido entrar. Así que ahora era cuestión de rematar el trabajo...trabajo que se alargaría por tres horas y media más....

Siguió las instrucciones de una examinadora que le llevó a su silla-pupitre, de ésas en las que sólo apoyas los papeles en el brazo derecho, donde ya tenía las hojas de examen preparadas. Amablemente, agradeció a la examinadora las instrucciones, al tiempo que se sentaba en la silla y dejaba el D.N.I sobre ta tableta, boca abajo, para que otro examinador rellenara ése único dato en la documentación. Era otro de los momentos tensos que le quedaba por pasar. Y en breves instantes, se acercó un joven de apariencia simpática que en voz baja le preguntó si había rellenado el apartado del D.N.I, a lo que Dani contestó negativamente. Acto seguido, el joven tomó el documento de la tabla y con un lápiz, punteó los números de una manera concreta en la hoja de examen, y al finalizar se dirigió a Dani para desearle suerte... a lo que Dani, de nuevo, respondió sonriente con un "gracias!", y se guardó el documento en el bolsillo del pantalón.

A partir de ahora, Dani ya había pasado todo lo peor. Lo máximo que ahora podría pasar es que le pillaran con el sistema montado para contestar a las preguntas...en cuyo caso, le supondría la expulsión del examen. Algo lejanamente menos comprometido a que le pillaran suplantando la identidad de Javi. Así que se puso manos a la obra y comenzó el examen.

En un principio, le resultaba comprometido susurrar las preguntas, pues la sala estaba en un silencio pétreo, con lo cual, se limitó a hojear las 100 preguntas y ver si podría responder alguna por su cuenta, sabiendo de firme que la respuesta sería la correcta. Y así lo hizo.
Pero llegado un momento, no podía responder a ninguna más, pues no tenía ni idea del temario, así que armándose de valor, comenzó a susurrar las preguntas a María, no sin ciertas dificultades para entenderse ambos, pues Dani debía de hablar excesivamente bajo, y en ocasiones María no le entendía.
Pasados unos minutos, el ambiente se relajó en la sala, con lo que Dani también lo hizo y empezó a encadenar una larga serie de preguntas hacia María, que cumplía a la perfección su parte desde casa. De vez en cuando, hubo silencios de muchos minutos, en los que María ignoraba lo que podría estar pasando, y le preguntaba a Dani si iba todo bien, a lo que Dani contestaba con un sonido bucal característico previamente pactado. En un momento dado, Dani escuchó el sonido de un móvil en casa de María, y a los pocos segundos, ésta le dijo..

__ Es Javi, Dani...me pregunta cuántas llevamos contestadas.

A lo que Dani, comprometido dijo

__ Cuatro...cinco... -susurró Dani-
__ Cuatro o cinco...nada más??!! - replicó María-

Y Dani, esbozando una sonrisa, se dejó caer en una profunda y continuada tos, clave para decir "NO"...
__ Ahhh!!, cuarenta y cinco... -confirmó María-

Y Dani confirmó con un discreto "SI" en clave de sonido bucal, como se había pactado...

A partir de entonces, fué todo sobre ruedas, llegando a resolver mas de ochenta preguntas y solucionar tres supuestos (problemas que había que solucionar y dar una explicación sobre el cómo y el por qué). Y al cabo de esas eternas tres horas y media, María preguntó a Dani cuántas llevaban contestadas, a lo que éste casi sin problema dijo "ochenta y cinco". Y María le dijo:

__ Dani...vale ya...Javi me ha dicho que con tener sesenta correctas es válido.
__ Vale, cuelgo -susurró por última vez Dani-

La prueba estaba superada, a juicio de Dani, que se entretuvo en mirar y contestar a alguna pregunta más para hacer el papel, para relajarse... Y tras unos minutos, se dirigió a la mesa del estrado y entregó las hojas del examen y de las respuestas. La examinadora comprobó que los datos estuvieran completos y levantando un dedo sin quitar ojo a una de las hojas de examen, se dirigió a Dani:

__ Perdone, ha de poner su nombre completo, firma y número de documento en la cabecera de la hoja de preguntas...es para datos estadísticos...
__ Ah, bien! -contestó Dani, ya bastante más relajado-

Y escribiendo el nombre completo de Javi, con el número de D.N.I. y falsificando su firma, miró a la examinadora y apuntó:

__ Así está bien, señorita?
__ Sí...muy bien, gracias...
__ A usted...

Y sin más, se dió media vuelta, dirigiéndose a la puerta, a la vez que sacaba un cigarrillo del bolsillo de la camisa, se lo puso en la boca y apenas salió a la calle, se lo encendió, propinando una larga calada. Se dirigió deprisa hacia el garage, se montó en el coche y se quitó el audífono, el micrófono y desconectó el "bluetooth" del iPhone, y acto seguido, volvió a la calle para llamar a María.

El festejo de la hazaña se prolongó a lo largo de la tarde, entre risas, comentarios y cerveza. Había salido todo mejor de lo que se esperaba, sin duda. Hasta la fecha.


david a. sac, abril 2011